miércoles, 28 de marzo de 2012

Ese pequeño aparatito de recuerdos

La tecnología ha avanzado tanto que nos permite conservar todo tipo de cosas. Las palabras escogidas con sumo cuidado para escribirlas sobre una hoja, quedarán escritas a lo largo de los años, o incluso, las que hemos dicho, que se gravan en un dispositivo que juega a ser un loro parlante. La música que tarareamos cada día, con dar a un botón, quedará en la memoria toda nuestra vida. Incluso, los momentos que hemos vivido, aunque su esencia se pierda en el ambiente, siempre nos quedará un recuerdo de cómo eran, en forma de píxeles en la pantalla del ordenador. Pero, ¿alguien ha inventado como conservar las sensaciones?
El escalofrío que recorre tu cuerpo cuando te besan; la euforia que se escapa de tus pulmones hasta convertirse en un grito que se siente al recibir una buena noticia; el intenso nerviosismo que te obliga levantarte de la silla para cantar al instante el gol que causó tu ansia; el abrumo que te inspira un cuadro con el que intentas abrir más los ojos para que te sorprenda más…
A eso me refiero, ojalá haya un aparatito en el que se quedara guardado todo eso. Eso nos ayudaría a levantar cabeza cuando todo parece estar mal. Nos ayudaría a recordar, a recordar que hay cosas mejores ahí fuera, y que si una vez las sentimos, ¿por qué no dos?
Pero desgraciadamente no existe tal aparato, así que nos tendremos que conformar con cerrar fuerte los ojos, concentrarnos en esa sensación, y desear que alguna vez se vuelva a repetir.

martes, 11 de octubre de 2011

Él corría, nunca le enseñaron a andar


¿Qué pasa si se olvidan de enseñarte lo importante?

Si aprendes a ver, pero no a mirar; a oír, pero no a escuchar; a hablar sin decir nada; a leer sin entender, o lo peor de todo: Si no sabes vivir sin disfrutar. Son esa clase de pequeños matices que todos pasamos por alto, porque los damos por hecho, ya que son una insignificante parte de nuestra vida. Un grande error que muchos cometemos, pero como todo, el mundo se divide en dos grupos:

La gente pequeña, que no se fija en los detalles de su tamaño. Esas personas que no se permiten el lujo de observar algo por la falta de tiempo, y se dedican a mirar todo por encima. Que se preocupan más de planear su vida que de vivirla.

Los grandes, son aquellos que advierten en esos mínimos detalles, que creen que un mi encaja más en la melodía que un fa, que distinguen los mil y unos tonos de azul de una noche bañada en la oscuridad o que te cuentan una historia sin quererlo. No tienes que ser un genio de fama mundial para entrar en este grupo tan solo tienes que aprovechar el momento, si prestas atención a lo que te rodea descubrirás cosas increíbles.

jueves, 14 de julio de 2011

Life is a Cabaret


Liza Minnelli lo dijo una vez: La vida es un cabaret. Entras allí y te olvidas de tus preocupaciones, tú ajetreada vida de facturas y problemas se queda en la puerta de la entrada esperando a que acabe el espectáculo, mientras tú te diviertes. Una vez acabada la representación el mundo real te da la mano y te pregunta qué tal lo has pasado, y durante un instante, un fugaz instante, recuerdas todos los bailes, todas las copas, y todas las risas que te hicieron olvidar de que la vida real te estaba esperando ahí fuera, ansiosa de contarte todos sus problemas. Lo ideal sería vivir eternamente en esa vida sin preocupaciones donde cada etapa de la vida es un diferente número musical con los mismos artistas pero distinta coreografía. En mi opinión es difícil vivir así, siempre habrá problemas que te atormenten pero, no pasa nada por intentarlo. La vida es corta, solo hay un paso de la cuna a la tumba y ese paso, hay que vivirlo. Neil Amstrong lo vivió en la luna; Cristobal Colón, en América y yo… ¡Quiero vivirlo en un cabaret!


''And I love a Cabaret''

lunes, 11 de julio de 2011

What have I done!?


Dolor. Dolor de cabeza, amortiguado por una almohada de plumas. Eso fue lo primero que sentí al levantarme.

Me encontraba tumbada de lado, mirando auna pared desconocida, en una habitación desconocida, en una almohada desconocida y seguramente con una persona desconocida. ¿Qué fue lo último que hice anoche? Me acuerdo cómo el tequila del fondo de la botella resbalaba hasta mi vaso que pedía ser llenado de cantidades ingentes de alcohol. Cuando todavía estaba bien, estaba en un bar, en un bar country, sonaba una canción conocida en la radio y yo me atreví a subir a bailarla a la barra, con la aprobación del camarero, supongo que le haría gracia. La canción sonaba, y atraía a miles de miradas ansiosas de invitarme a otra copa más. A partir de ahí no recuerdo nada. Miles de caras, miles bailes, miles de… agh, cosas que quiero olvidar y miles

de hombres, supongo que alguno se habría llevado el premio esa noche. Tenía miedo de darme la vuelta y descubrir al ganador, así que intenté recordar más cosas.

Las imágenes me venían a la memoria y las fui ordenando poco a poco. En el momento que pasé del tequila al agua, mis nuevos amigos los cuales me habían hipnotizado con un: ‘’Hey cariño, bailas?’ y decidieron que la fiesta no acababa ahí, así que me llevaron a otro sitio, no sabría decir cuál, las vegas es demasiado grande para identificar cualquier bar. Sé que estábamos en una iglesia barata en las que te casa Elvis Presley y que decidimos cambiar el agua vendita por vodka (supongo que eso explicaba el sabor a vómito de mi boca) y entonces… Oh, no, ¡mierda! El individuo aquel con el que dormía se despertó.

- Cariño, ¿estás despierta?

Antes de mirar a mi ganador decidí mirar mi mano derecha, donde ahí estaba… ¡Joder! ¡Mierda!...


… El puñetero anillo de boda.



And I don't even know his last name.

lunes, 4 de julio de 2011

Hello teacher, tell me what's my lesson


Vulnerabilidad, un tema del que todos intentamos escapar; pero, tarde o temprano, nos tendremos que enfrentar a él.

Tenemos miedo cuando alguien saca el tema, algo comprensible, puesto que estamos mostrando nuestro punto más débil, aquel lugar en dónde nos podrían atacar hasta dejarnos cao. Seguro que más de una vez nos han preguntado nuestras virtudes, todos empezamos a hablar enseguida de ello, nos gusta sacarnos a relucir y que la gente vea lo buenos que somos; pero las tornas cambian cuando la palabra defectos sale a la luz, nos escondemos, bajamos la mirada y decimos que lo pensamos mientras somos conscientes de esos vicios que no queremos que nadie sepa, nadie, ni siquiera nosotros mismos. No voy a mentir, tenemos de que asustarnos, tenemos de que preocuparnos si alguien sabe nuestros defectos, pero en el momento en el que lo aceptemos, ese punto, esa VULNERABILIDAD se volverá nuestro fuerte. Bueno, tanto como nuestro fuerte no, pero eso sí, no nos podrán atacar ahí, jamás.



''look right trhow me, look right throw me...''

viernes, 1 de julio de 2011

Tengo que volver a escribir



Tengo que hacer tantas cosas. Tengo que ver millones de películas y miles de series, tengo que mentalizarme para el curso que viene, tengo que nadar, tengo que ponerme morena, tengo que volver a tocar la guitarra, tengo que salir y tengo tiempo; tengo todo un verano por delante.

Pero por encima de todo, tengo que volver a escribir. Me acuerdo cuando abrí el blog que mi cabeza era una fuente de ideas, cada día salía una a la luz sin miedo, no sabía por dónde empezar, pero ahora… no sé cómo empezar. Corrijo, recomenzar. Es… como re-presentar a alguien, sabes que tienes que hacerlo, pero ni cuando, ni donde, ni como, solo sabes que tiene que pasar.

Hoy viendo las imágenes que tenía guardadas, por primera vez he sentido nostalgia de cuando escribía, así que me he dicho: Nunca es tarde para recomenzar, así que…

ALONSI

[Continuará… espero]

miércoles, 9 de marzo de 2011

¿Me concedes este baile?


La música empezó a sonar, era lenta, pausada y rítmica. Salía por los altavoces hasta llegar corriendo a mis oídos para deleitarme con sus notas. Miré a mi alrededor, los restos de la celebración estaban tirados en el suelo, descansado por la larga fiesta que habían pasado, las flores, que se encargaban de la decoración de la sala, estaban deshojadas; fue una gran boda. La gente se había ido poco a poco hasta dejarnos a la música y a mi completamente solas. Las mesas seguían con el espíritu de lo que fueron, todavía se podía escuchar cómo la gente se reía y gritaba el conocido viva los novios, esos novios que nadie sabía dónde quedaron. Pero unos pasos interrumpieron mi soledad y se apoyaron en mi espalda dejando que una sola palabra acompañara a las notas hasta mis oídos: ¿Bailas? Sin ninguna retención me levanté de la silla dejando que el frufrú de mi vestido hiciera juego con la melodía y empezamos a bailar. Sus manos cogieron mi cintura, mis brazos se rodearon su cuello y nuestros ojos se hundieron en los del otro. Fue el mejor baile de mi vida, no teníamos prisa, el tiempo nos había concedido unos minutos de tregua; tampoco nos invadió la presión de las mil y una miradas que se fijaban en cada movimiento, en cada paso que tomábamos. Cambiamos de posición, la mano que estaba apoyada en mi cintura se deslizó hacia su cuello y tomó la mía pero sin antes darme una vuelta para que mi vestido cobrara vida. Era un baile perfecto conocíamos los movimientos del otro, sabíamos lo que teníamos que hacer, nuestros pies estaban totalmente coordinados: “Pie derecho adelante, paso a la izquierda, giro y vuelta a sus brazos…” Y así hasta alcanzar la perfección. Los dos lo pasábamos mal cuando había algún giro porque queríamos estar el mínimo tiempo separados el uno del otro, cuando ese giro infinito acababa me volvía a hundir en sus brazos para que me envolvieran con su ternura. Su cabeza se acercó a la mía y me dijo con el tono más bajo que pudo para no molestar a la música:

- Ha sido una gran boda. Y tu una gran novia.

Le quise corregir diciendo que había sido un gran baile, pero en vez de eso le besé como respuesta.


Y ahí seguimos durante muchos minutos, bailando, sin darnos cuenta de que la música había acabado hace tiempo.