sábado, 31 de julio de 2010

Efecto Doppler


Me da igual que nadie lo coja, pienso ir disfrazado de Efecto Doppler.


- ¡Hola! ¿Tú de que vas disfrazado?
- ¿Yo? Te daré una pista: Ñiuuuuun.
- ... ¿Eres un coche?
- ¡Oh! ¡Casi! Ñiuuuuun.
- ¿Un coche con problemas mentales?


- ¿Por qué no le dices que eres una cebra?
- ¿Y tu por qué no le dices que eres uno de los 7 enanitos?
- Porque soy Frodo.
- Ya, bueno pues yo soy el Efecto Doppler.

viernes, 30 de julio de 2010

Salvar al soldado Ryan


- James, hágase usted digno de esto, merézcalo.



''Mi familia ha venido hoy conmigo, han querido acompañarme. A decir verdad, no sabía lo que sentiría al volver aquí. Todos los días, recuerdo lo que usted me dijo en aquel puente. He intentado vivir mi vida lo mejor posible, ojalá haya sido suficiente y al menos ante sus ojos haya sido digno y merecedor de cuanto se ha hecho por mi.''


- ¿James? Capitán John H. Miller.

- Dime que he vivido dignamente...

-¿Qué?

- Que soy una buena persona.

-Lo eres.

jueves, 29 de julio de 2010

Inspiración



Me pasé 10 minutos delante de la hoja en blanco que el Word me había ofrecido. Como decía Picasso ‘’ La inspiración existe, pero te tiene que pillar trabajando’’, y en este momento ella no se dignaba a darse una vuelta por mi habitación. Me apetecía escribir, pero… ¿De qué? Di la vuelta a la silla y miré la sala que me rodeaba. Posé la mirada en cada objeto, esperando que de ella saliera Inspiración como si fuera una víctima del juego del escondite. Giré mi mirada hacia la derecha donde se acomodaba mi vieja guitarra con las cuerdas ya desafinadas por culpa del olvido. Una historia sobre la música, pensé. ¿Música? Pero tendría que ponerla para que la melodía se transformara en palabras y era demasiado tarde para eso, mis vecinos empezarían a pegar golpes a la pared y yo no buscaba armar un escándalo.
Mi mirada siguió andando por la habitación, siempre pensé que tenía demasiados objetos… Peluches, más peluches, un póster de una genial película en la que hablaba de un viaje al pasado o algo por el estilo, ropa que no estaba en su lugar, libros, libros y más libros… Me acerqué a uno de esos libros que estaba en el suelo y le di la vuelta para leer su nombre ‘’El diario de Noah’’. Puaj… Era un libro precioso, pero hablaba del tema más común de todos: El amor. Esos libros me volvían loca, no era necesario que Inspiración se hubiera dignado a acompañarte mientras escribías eso porque cada capítulo era como una flor que se deshojaba poco a poco: Le quiere, no le quiere, le quiere, no le quiere… Devolví el libro al suelo con mucho cuidado de no despertar a nadie y no me hizo falta coger el siguiente más cercano porque la luz del flexo ya iluminaba su título: ‘’Harry Potter y la Orden del Fénix’’. Una gran obra maestra sin duda alguna, pero para crear algo parecido se necesitaba mucha imaginación… Así que probé suerte con el siguiente libro a ver si Inspiración se encontraba escondida entre sus páginas. ‘’Alatriste’’ Un libro de aventuras como el que más, a mucha gente no le gustaba y no entendía por qué. No acerté, Inspiración no se encontraba allí esa noche, pues el libro tenía grandes cantidades de información por la cual tienes que buscar durante mucho tiempo.
¿Qué me faltaba para escribir? ¿Qué me faltaba para crear una historia?
¿Intención? ¿Imaginación? ¿Información?
Puede que fuera eso lo que me faltaba, pero esa noche me había fallado mi amiga Inspiración que tantas noches me acompaña. Ya era tarde y no estaba para poner los puntos sobre las ies, así que disculpándome ante la hoja en blanco del Word y dejándole una nota a ''mi amiga'', apagué el ordenador y me fui a la cama.


Querida Inspiración, esta noche me fallaste. Mañana a la misma hora en la misma hoja.
María

martes, 27 de julio de 2010

Sulfato de Berilio


- ¿Por qué eres tan feliz?
Era una pregunta tan fácil y tan compleja a la vez. Después de todo… ¿Qué es la felicidad? Bueno, es un sentimiento como otro cualquiera, sentimos felicidad al igual que sentimos celos, terror, desprecio, ira… Pero, ¿Qué tiene de especial la felicidad? Al ser de ciencias me cuesta mucho reconocer cosas tan abstractas. Tendrían que inventar la tabla periódica de las emociones y así haríamos formulas con las que todo se entendería mejor.
Seguí cavilando en la pregunta para responderla de forma corta y concisa, pero lo único que me traía era más preguntas. ¿Por qué se daba la felicidad? Recuerdo que una vez leí un artículo en una revista que ponía la formula de la felicidad:
Felicidad = Estado anímico * tiempo F = E•t 2.
Que tontería, por una vez los de ciencias no tenemos respuestas. Y me di cuenta de que yo tampoco. Así que respondí como buena gallega que soy.
- ¿Y por qué no serlo?

domingo, 25 de julio de 2010

El truco está en respirar


Únicamente se oía el eco de mis tacones chocando contra el suelo, parecía como si el guarda y el detective no estuvieran caminando a mi lado. Seguimos andando por el pasillo blanco lleno de puertas negras, de vez en cuando se lograba escuchar a gente gritando detrás de estas… ¿Ese era el futuro que me esperaba? ¿Gritos que al final quedarían silenciados por la soledad? Nos paramos delante de la penúltima puerta que había, tenía un letrero que rezaba: Nº 168… ¿168? El guarda me habló, era la primera vez que se dirigía a mí.
- Entre, por favor.
Entré, era una sala tan pequeña que ni siquiera había espacio para mi miedo, pero aún así no podía evitar tenerlo. Intenté lograr que ni el guardia ni el detective se dieran cuenta de ello, pero era difícil ocultarlo. ‘’El truco está en respirar’’ pensé. Nunca me había dado cuenta de que era una acción bastante compleja: Inspirar, expirar, inspirar, expirar… ¿Cuánto tiempo debía de guardar el oxígeno en mis pulmones para que no se notara el nerviosismo? ¿Cada cuanto tenía que llenar mi pecho de aire? Decidí seguir el ritmo que respiratorio del guarda, pero el también tenía miedo… ¿De qué? Por segunda vez me fijé en la sala. Tenía una mesa con dos sillas, una a cada lado, supongo que tarde o temprano me tendría que sentar en una de ellas... Efectivamente, me volvieron a hablar, pero esta vez no era el guarda, si no el detective:
- Siéntese.
Me ofreció la silla más cercana a la puerta. Recuerda: Inspira, expira, inspira, expira… Fui hasta la silla y me acomodé lo mejor que pude. El detective me vigilaba, observaba cada movimiento que hacía como si le fuera la vida en ello. Cuando fue a sentarse rodeó la mesa, pero no me quitó el ojo de encima. Sacó una libreta de un maletín que, hasta este momento, no me había dado cuenta de que lo llevaba consigo. La abrió por la mitad y empezó a escribir. Cuando creía que no me prestaba atención se volvió a dirigir a mí:
- Señorita… - Echó una ojeada al cuaderno.- Jones. ¿Ha presenciado algún asesinato en los últimos días?
- No.- Respondí.
Intenté hacer parecer que mi voz sonara convincente, pero al pronunciar el último sonido de la negación no pude evitar que una fugaz imagen del cuerpo degollado de un niño pasara por mi cabeza e hiciera que mi voz dudara. El detective no comentó nada, con un leve cabeceo en señal de que me había escuchado volvió a escribir en la libreta. Inspira, expira, inspira, expira… El detective levantó la cabeza y me miró a los ojos. Un escalofrío me recorrió todo el cuerpo, parecía como si su mirada atravesara mi cráneo y lograra ver todas las ideas que me pasan por la cabeza.
- Bien. Mmmm… ¿Dónde estaba usted la mañana del asesinato?
¡Le pillé! Era una pregunta trampa, mientras me pensaba la respuesta puse cara de aturdida, como a quien le acaban de anunciar la muerte de un familiar…
- ¿A… Asesinato? ¿¡Qué asesinato!? ¿¡Qué ha pasado!?
- Bien Señorita Jones, veo que no quiere colaborar. Le dejaré unos minutos asolas para que cavile sobre la pregunta.
Salieron de la sala y oí sus pasos alejarse.
Estaba en un aprieto, yo lo sabía y ellos también. No podía decirles la verdad porque me matarían y tampoco podía mentirles… porque me torturarían hasta que dijera la verdad. Era un callejón sin salida, pero alguna solución habría, podía seguir haciéndome la loca pero no creo que aguantara mucho tiempo… Tenía que seguir pareciendo tranquila, seguir respirando con normalidad mientras pensaba un plan. Continuaba enfrascada en mis pensamientos cuando se volvió a abrir la puerta de la sala. El detective fue el primero en entrar y se sentó en la silla. Reconocí los pasos del guarda que se colocó en su antigua posición. Pero… había algo que no encajaba, una tercera persona entraba en la habitación, se quedó entre el guarda y yo, pues no había más espacio. El detective me miró con una extraña sonrisa en la cara y me volvió a preguntar:
- ¿Dónde estaba usted la mañana del asesinato?
Inspira, expira, inspira… Me proponía a responder cuando sentí como una navaja se posaba suavemente en mi cuello… ¿Qué venía después de inspirar?

sábado, 24 de julio de 2010

Toc, Toc.. Paula (:


Siempre queda alguien para verte sonreír, para hacerte sentir que los buenos momentos nunca parecieron tan buenos