domingo, 29 de agosto de 2010

Fiestas Frumales 2010


Tantas cosas que contar, y tan pocas palabras para escribirlo. No consigo hacer frases, me vienen imágenes del verano y mil palabras son demasiadas como para escribirlas.

Fiesta, noche, líneas, futbol, portera, madrugar, dominic the donkey, bailar, grease, piscina, antibióticos, fotos, frontón, torneos, nadar, cantar, pahino, conxuro, canciones, RAP (¬¬), gente, lios, espiar, trato, presentadora, disfraces, perro, zas, baloncesto, helados, maxibon, i-pod, papelera, record, waka waka, bailes, borrachos, kintos, limpiar, peñas, cena, nachos, pizza, Frumales, 2010…

Solo he conseguido 49 palabras y creo que la palabra número 50 es la que mejor describe a las Fiestas de Frumales del 2010…



Indescriptibles

miércoles, 4 de agosto de 2010

Cerrado




Come back to... Frumales :)

martes, 3 de agosto de 2010

Cara o... Cruz


Un aeropuerto es como una moneda, tiene dos lados opuestos.
La cara, es la alegría, el buscar como si te fuera la vida en ello el rostro que tanto esperabas ver, estas tan emocionado que la gente lo suele canalizar a través de los ramos de flores que se van deshojando a cada segundo que no está a tu lado, tienes tantas ganas de reencontrarte con esa persona que no te importa hacer el ridículo y te subes a los bancos de plástico a buscar esa mirada que echabas tanto de menos, cuando la ves corres hacia ella llevándote cualquier objeto por delante, maletas, personas que te gritan, pero te da igual, no estarás contento hasta que no te veas en sus brazos, y cuando por fin llegas no puedes evitar que unas lagrimas corran por tus mejillas hasta encontrarse con las suyas. El saber que el vuelo de esa persona se retarda dos horas, pero que está bien, y te da igual porque dos horas son un precio muy barato a pagar por vela, tú sigues allí sentado, esperando atento a cualquier palabra del audífono, envidioso de toda la gente que se abraza y llora por el reencuentro, pero lo único es pensar que pronto esas personas se sustituirán por las que tú quieras, por las que tú quieres.
La cruz puede ser el lugar más horrible del mundo, donde tus sueños se terminan, durante un tiempo, o para siempre; donde sabes que ese sentimiento de pérdida no se puede arreglar con nada, solo con alguien, solamente con esa persona que te dice adiós, hasta siempre, ya te veré y típicas cosas que se escuchan, aunque muchas veces sabes que no volverás a ver a esa persona. Donde los las despedidas son lo más largas posibles y los abrazos los más fuertes, ya que intentas que ese olor que le hace especial se quede impregnado en ti y te deje algún recuerdo suyo…
- ¿Sara?
Ese tono de voz despreocupado pero decidido a la vez, ese acento que se ha vuelto francés a través de los años, de la lejanía. Sigo mirando al papel, atenta a lo que escribo, pero sé que en cuanto levante la vista me encontraré con la verdad.
Me acuerdo que cuando era pequeña quería ser astrofísica, me regalaron un telescopio y apuntaron hacia la luna, me dijeron. ‘’ Mira, Sara, lo que vas a ver ahora por el telescopio es la luna, para ser astrofísica la tienes que tener muy en cuenta. ’’ Tenía miedo de mirar por el telescopio por si no era como yo esperaba, por si el sueño que llevaba manteniendo varios años se desvanecía. Al final miré y no era lo que esperaba, así que al día siguiente guardé mis libros de constelaciones y planetas y vuelta de hoja.
Esto no es igual, no puedo guardar mis libros en el baúl porque son demasiado grandes. Pero… ¿Por qué tengo miedo? Por mirarle a la cara y ver que no es el mismo, que ha cambiado. Me sorprendo de lo consciente que soy de ello y espero seguir así.
Voy levantando poco a poco la vista. Tiene unos vaqueros normales y corrientes. No sé si puedo seguir, o lo hago rápido o no podré hacerlo. Levanto la vista hasta sus ojos, sus ojos color miel, unos ojos sinceros, unos ojos que se alegran de verme y por encima de todo, unos ojos que no han cambiado en absoluto. Intento evitar que las lágrimas afloren, pero no puedo, no sé porque, estoy tan contenta que hasta me da igual llorar. Salto a sus brazos sin decirle nada. Al principio noto su sorpresa, pero luego me devuelve el abrazo y sé que en su cara hay dibujada una sonrisa
- Lucas, te he echado de menos.
- Tranquila, ya estoy aquí, no me iré nunca más. Venga vayámonos de este sitio de una vez.
- ¡Espera! Antes tengo que comprobar una cosa.
Metí la mano en mi bolsillo y saqué una moneda de un euro la puse en mis dedos índice y pulgar y la tire al aire. La cogí y la puse en el dorso de mi mano, la miré y sonreí.
- ¿Qué es? – Me dijo asomándose a mi mano.


- Cara.