sábado, 30 de octubre de 2010

Malos


En una lucha entre Kiriyama, Kira y Aizen… ¿Quién ganaría? El jugador, el inteligente o el mentiroso.


En las historias siempre, SIEMPRE tiene que haber un malo, porque si no estuviera ahí no habría historia que contar.

El malo, pierde; el bueno, gana. Karma. Pero, hay veces en las que el malo lo hace tan jodidamente bien que lo mínimo que se merece es una reverencia y no lo puedes negar… eso te mata por dentro. Piensas: ¿Cómo lo ha podido hacer TAN bien? ¿Por qué no lo puedo igualar? La respuesta es simple: Siempre es más fácil hacer cosas malas, sea de la forma que sea, es más fácil. Los villanos están creados para una simple meta: Ganar, sin importar la gente de su alrededor. Pero hay muchas formas de ser malo… Hay quien juega sin importarle las consecuencias, porque están convencidos de que ganaran. Hay otros que lo piensan todo desde un principio para que todo salga a pedir de boca, lo que se dice un crimen perfecto. Y luego está el último tipo de malo, la perfección, una mezcla entre el jugador y el inteligente. Sabe jugar
, pero sabe que el solo no lo conseguirá así que mete a terceras personas, hablando con ellos, mintiéndoles, solo para obtener algo en beneficio propio.

Aunque al final casi siempre gana el bueno, ya que como decía L: … La justicia siempre prevalece.


Los tres tuvieron su momento de gloria y los tres perdieron, pero en mi opinión en una lucha entre Kiriyama, Aizen y Kira… Ganaría Aizen.

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jueves, 28 de octubre de 2010

Miedo


Noté su respiración en mi nuca, noté como aspiraba todo el aire de su alrededor y le expulsaba poco a poco. Y me di cuenta, tenía miedo.

Ese miedo que se representaba en cada aliento, en cada lágrima que corría por su cara y en un único grito.
El aire que inspiraba tenía pedazos de temor, que se asentaban en sus pulmones e impedían que el oxígeno llegara a su destino, ese miedo que te oprimía el pecho de tal forma que no puedes respirar y el único halo de aire que consigues que entre se queda plantado a la entrada de tu cuerpo asomándose por si el temor se ha ido, pero quieras o no sigue ahí.
Una vez que se ha conseguido meter… se acabó. Recorre tu cuerpo como si fuera una visita guiada matando, no, matando no es la palabra… acabando con cada parta de él. Llega a tu corazón y lo notas: Bum bum, bum bum… Cada vez más fuerte, cada vez más rápido hasta que el miedo le abraza y lo para del todo. Luego pasa por tus músculos y les paraliza, el cerebro dice: ¡Corre! ¡Escapa! Pero el miedo te confunde, te obliga a parar, no te deja que escapes, te clava las uñas, te desgarra, te arrastra hacia su guarida y nunca, NUNCA te deja marchar.
Pasados unos minutos se te empiezan a nublar los sentidos. Se te reseca la boca, no sientes nada, lo ves todo negro y oyes, si, escuchas algo, pero escuchas el peor de tus recuerdos, cada palabra, cada aliento, pasa cerca de tu oreja susurrándotelo, recordando esa horrible experiencia que aumenta tu inquietud.
¿Cómo librarse de él? ¿Cómo decirle adiós? Simplemente, no puedes. Él elige irse por su propio pie, el elige si dejarte en paz o seguir atormentándote hasta agonizar. En esta situación un sentimiento de impotencia te invade ya que no puedes hacer nada para evitarlo, tienes que aguantar, que vivir con ello hasta que te deje seguir adelante.


Pero… ¿De qué se tiene miedo? De la oscuridad, de la soledad, de las películas, de los monstruos que viven debajo de tu cama… Yo, después de mucho pensarlo creo que ya se a lo que le tengo miedo:


Al propio miedo.